Alfabética

De pronto descubro estos días, mientras leo Lista de locos y otros alfabetos, un alucinante librito de Atxaga sobre la vida y las letras y el orden, el azar y los fantasmas y la literatura, que mi vida se llena de una casualidad alfabética sin par. Y que posiblemente siempre ha sido así. Me llamo Alvi y soy de Bilbao. El lunes, al comienzo de la semana, tenía una conferencia con un cuentista, el autor llamado Bernardo Atxaga, en California. A, B, C. Y yo, que no estaba en Bilbao, sino en Boston en otra conferencia, buscaba en el alfabeto y su orden acertar con alguna pregunta de Alvi para Atxaga. Y así me encuentro con la A de Alvi, sentado en un avión, que asume el asunto de buscar para la A de Atxaga unas preguntas que hacer al autor al día siguiente en la conferencia a la que no deseo sino asistir con avidez intelectual desde hace unas semanas. Buscar esas preguntas me lleva a la B de Bernardo, desde el vuelo de Boston, de Alvi que es de Bilbao, de donde más o menos procede el Bernardo que salió de la aldea materna para estudiar en la C de la ciudad. En fin, podría continuar este alfabeto hasta su final, pero decidí empezar otro para no volverme loco, con la serie de preguntas que podrían hacérsele a Bernardo Atxaga, y que finalmente, casualidad, no pudo ser en el día de la conferencia. En las nubes, Alvi aspira aire y acomete una broma alfabética, que Atxaga ni siquiera barrunta tal día como hoy.

Entrevista letrada y analfabética a Bernardo Atxaga

A menudo convoco a todas las letras para organizar un poco lo que tengo que escribir, y es que siempre me vuelven loco, maldito alfabeto. Hoy además están emocionadísimas porque quiero que me ayuden a preparar unas preguntas para el escritor Bernardo Atxaga, y todas creen que su pregunta va a ser la mejor, aunque yo les digo que él las quiere a todas. Les indico que deben pensar en qué puede ser lo más importante para un autor como él, y hoy las veo que todas quieren figurar, pero yo les insisto en que den respetar y guardar su orden, que es el alfabético, claro. a la A le parece adecuado, pero la I me insiste en que es injusto, la S me quiere sobornar, y la Z se me pone zalamera para intentar cambiarse de zona. ¡Basta! digo, y la B se sonríe bastándose en su bizarría. En fin, digo, adelante. Ánimo. ¡Aupa, A!

-A de Atxaga...-admite la A

-B de Bernardo... -barrunta la B.

-¿Por qué se llama Bernardo Atxaga el cuentista? -preguntan ambas a la vez.

-¡Caramba con esa cuestión! -cacarea la C-. Cambiémosla: ¿Cuál es la clave de un cuento?

-... Defínalo -dice la D. Defina el cuento.

-Si puede -propone la P pretenciosa, predispuesta y precipitada como le es propio.

-Ehhh... -empieza la E.

-¿Fatalidad o felicidad? -interrumpe la F con facilidad-. ¿Qué ofrece la escritura?

-¿Ycuánto tiene de experiencia esa escritura? -se entromete la E, muy entendida ella y expectante ante su enunciación.

-No -niega la N. Esa no es la pregunta.

-¿Qué se gana con un cuento? -grita entonces la G, golosa por ganarse un grado con su genialidad.

-No -niega la N. Nada de eso es una pregunta normal.

-Humildad, humanidad... -añade la H hurgando en cierta hermandad de ideas-. ¿Hay humildad, hay humanidad en la escritura, en el escritor?

-Que no -niega la N.

-¿Cuál es la herramienta del escritor? -hace la H otra pregunta.

-Yo soy la más indicada para iluminar estos intentos -incide la I-. Lo más importante es la imaginación y la idea de un imaginario. ¿Intuyo bien? -se interroga la I.

-No- niega la N de nuevo.

-Jua, jua, jua... -jalea la J- no jodan con tanta enjundia, vaya un jolgorio es este. Jamás se imagina sin jugar: jolastu, pues. ¿Juega Bernardo Atxaga? ¿Le gusta jugar y cómo?

-Que no -niega la N.

-Kilos y kilómetros de conocimiento, eso es lo que necesita un cuentista, ¿sí o no?

-... - a la N no le dan tiempo a decir no, porque la L se lanza:

-¡La lectura! Lo que el autor lee... ¿qué lee más Bernardo Atxaga como escritor?

-¿Y los manuales? ¿Hay un manual básico para escribir? ¿Qué maneja Bernardo Atxaga para menearnos a nosotras?

-Nada de todo eso -nuevamente la N.

-Eso son ñoñerías -añade la Ñ.

-O sea... -observa la O obviando las observaciones- ¡Un poco de orden! ¿es ordenado Bernardo Atxaga? ¿cuál es el orden para pensar y escribir un cuento? ¡En la organización está el obstáculo que superar para obtener éxito!

-No -niega la N.

-Están perdidas por su pasión -propugna la P prepotente-. Yo sí sé, y puedo preguntar. Piensen un poco, y partamos del pensamiento... el pensamiento es profundo y produce un parto provocador... ¿cómo se piensa un cuento?

-¡Qué dices, querida! -la quintaesencia está en querer... -quiere decir la Q.

-Eso se llama voluntad -evidencia la V.

-¡Rediez! ¡Resabida!-reprocha la R.

-¡No es tu turno! -trona la T tajante.

-Quizá... -quiere decir la Q.

-No -niega la N por enésima vez.

-... la quintaesencia está en quién es el autor. -concluye la Q-. ¿Quién es el autor de los llobros de Bernardo Atxaga?

-Sí, que responda a esa pregunta -reincide la R.

-La solución de todo lo susodicho está en saber sobre la soledad del escritor. Yo me siento siempre sola. ¿Se siente solo Bernardo Atxaga al escribir?

-No -niega la N.

-¿Y cuánto trabajo toma o tiempo tarda en tramar y tergiversar y tratar el tejido textual de un texto todo? -al fin termina la T, como tartamudeando el idioma.

-Uy, uy, uy... uyamos de los aspirantes a tonadillaeros.

-¡Orden! -ordena la O. - ¡Olvidan la ortografía!

-Esto huele a humillación, huelga decirlo -hace el comentario la H.

-U otra cosa... -la O amenaza a la U.

-U os calláis, u obvio mi pregunta -

-No, hombre, no -niega la N, tan positiva ahora en su habitual negatividad. -Nada de eso.

-Adelante, dice la A de Atxaga.

-Usted, usía, ¿cuánto hay, con hache, de usurpador en Bernardo Atxaga?

-Vamos, eso es vituperarlo de ser un vivo de las letras -valora la V. -Vayamos mejor a ver cómo es la voluntad en el escritor. ¿Qué tipo de voluntad necesita el escritor? ¿O es en verdad un voluble vivaracho?

-Y una última pregunta -interrumpe la Y, cediendo paso a la Z, que dice:

-¡Zapatillas! -todo el abecedario la mira azorado, cuando la Z grita feliz, porque la Z siempre disfruta al final-: ¿escribe Bernardo Atxaga en zapatillas de casa?

En fin, además de iletradas, son intratables e incorregibles estas letras mías.

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